Margaret Thatcher: dijo que para ser un buen samaritano hay que tener dinero. Naturalmente, esto es verdad. En la medida de lo posible, tratamos de ganar nosotros mismos el pan. En nuestras casas trabajamos todos los que están en condiciones de hacerlo.

Cuando alcanzamos cierto nivel de riqueza, nos alejamos de la fuente de la solidaridad humana, de la misericordia y de los vínculos con los demás: este es el peligro que corren las personas muy ricas. Conozco algunas. Tienen muy buena voluntad, pero son incapaces de comprender al “otro”. Esta es su pobreza.

Vivimos en una sociedad competitiva, que enseña enseguida a los niños que deben ser mejores que los demás. ¿Eligen a los hijos de los pobres para dar la bienvenida al obispo a la parroquia? ¿Son ellos quienes declaman las poesías?
Las personas más débiles, las que nacieron en condiciones desfavorecidas, no son capaces de funcionar en un sistema en el que hay que saber hacer muchas cosas, usar la computadora, rellenar módulos en el banco, hablar un lenguaje que no conocen.
Cada 3 segundos muere un niño en el planeta, como resultado de la pobreza, según la ONU. La Unión Europea ha adoptado, en el año 1984, el concepto de pobreza como el estado en que viven aquellos cuyos “recursos (materiales, culturales y sociales) son tan limitados que los excluyen del nivel de vida mínimo considerado como aceptable en el Estado Miembro en que viven”.
Las mediciones de la pobreza en términos monetarios, para entender de qué manera el acceso a servicios adecuados de agua y saneamiento, educación o electricidad afecta el bienestar de las familias. Y puesto que la carga de la pobreza suele recaer con mayor fuerza en las en las mujeres y los niños, en el informe se analizan las formas en que la pobreza puede variar al interior de los hogares.